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Gobierno de Ford mantiene venta de Crown Royal en tiendas LCBO por ahora

La Polémica de Crown Royal: Un Movimiento Político o una Medida Concreta

El gobierno de Ontario ha decidido no retirar, al menos por ahora, el whisky canadiense Crown Royal de los estantes de las tiendas de licores de la provincia, a pesar del gesto controvertido del primer ministro Doug Ford durante una reciente conferencia de prensa. El mandatario, en un acto cargado de simbolismo, vació una botella de esta conocida marca como protesta por el anuncio de su matriz, Diageo, de cerrar una planta en Amherstburg, Ontario.

El cierre de la fábrica, previsto para febrero, pondría en jaque numerosos empleos locales, lo que generó una fuerte reacción en Ford. “Si lastiman a mi gente, yo les lastimaré a ustedes. Van a sentir el dolor en febrero cuando estos trabajadores no reciban su salario”, declaró el primer ministro, dirigiéndose directamente a los ejecutivos de Diageo con sede en Francia.

Sin embargo, las críticas no se hicieron esperar. Sectores de la oposición calificaron el gesto como un mero espectáculo mediático. John Fraser, diputado liberal, señaló que “verter una botella sugiere un boicot, pero no es una política concreta. Necesitamos ser más estratégicos si queremos que las empresas se queden”.

Aunque el gobierno advirtió que “todas las opciones están sobre la mesa”, la decisión definitiva sobre la distribución de la marca en las licorerías estatales se pospuso hasta después del cierre efectivo de la planta. Mientras tanto, la líder del partido Nuevo Demócrata, Lisa Gretzky, instó a Ford a usar herramientas más contundentes, como retirar el producto de inmediato, para presionar a Diageo.

La empresa, por su parte, aseguró que la medida responde a una racionalización global de operaciones, con cierres similares en Estados Unidos, Italia y Escocia. Ford confirmó haber ofrecido incentivos sin éxito, aunque su dramática demostración ha dejado en el aire una pregunta: ¿fue esto un acto de defensa laboral genuino o solo un recurso populista?

Mientras Ontario espera respuestas, la incertidumbre sobre el futuro de los trabajadores y la posible reacción del mercado ante una eventual prohibición añaden tensión a un escenario ya de por sí complejo. Lo que queda claro es que, en el tablero político y económico, cada movimiento —ya sea con palabras o con botellas— tiene consecuencias.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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