La polémica rodea a Helena, concursante de Love Island 2025, tras resurgir un controvertido tuit de 2014 en el que se refería a ciertas personas como "extranjeros imbéciles". Este comentario, aún visible en su cuenta de Twitter inactiva, ha generado un intenso debate en redes sociales, con acusaciones de xenofobia y racismo, especialmente en medio de sus tensiones con otra participante, Shakira, dentro de la famosa villa.
Según trascendió, el tuit fue desenterrado el pasado 9 de julio, desencadenando una ola de críticas. Un usuario replicó: "Helena, la hambrienta, resulta ser racista. No es extraño que odie a Shakira". Sin embargo, otros defendieron a la concursante, argumentando que el contexto del mensaje es ambiguo y que, en todo caso, refleja una inmadurez propia de la adolescencia. "Todos dijimos tonterías a los 18 años", escribió un comentarista en Reddit.
Fuentes cercanas a Helena han salido al paso de la polémica, insistiendo en que la publicación no refleja su manera de pensar actual. "Ese tuit no representa a la mujer de 30 años que es ahora. Ha madurado mucho desde entonces", señaló un portavoz. Mientras tanto, ITV, cadena responsable del programa, ha recordado que los participantes reciben formación previa sobre diversidad, comportamiento y microagresiones, asegurando que se promueve la reflexión sobre errores pasados.

El caso ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de las figuras públicas por sus acciones anteriores, especialmente en el contexto de los reality shows, donde la exposición es máxima. La controversia llega en un momento delicado para Helena, cuya actitud en la villa ya había generado divisiones entre los espectadores.
La discusión va más allá de un simple tuit: cuestiona hasta qué punto el crecimiento personal puede compensar declaraciones problemáticas, un tema especialmente relevante en una industria que cada vez exige mayor conciencia social. Mientras las redes siguen divididas, la atención ahora se centra en cómo esta situación afectará no solo a la trayectoria de Helena, sino también a la percepción del programa entre su audiencia.
En paralelo, la producción de Love Island enfrenta el desafío de equilibrar su compromiso con la educación en diversidad y las demandas del público, que espera consecuencias claras ante comportamientos considerados inaceptables. ¿Podrá la concursante recuperar su imagen, o este episodio marcará un punto de no retorno en su paso por el reality?
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