La moda como reflejo de la protesta: cómo las calles de Belgrado se convierten en pasarela de resistencia
Las calles de Belgrado han dejado de ser solo un escenario político para transformarse en un espacio donde la moda adopta un simbolismo inesperado. En medio de las manifestaciones contra el gobierno del presidente Aleksandar Vucic, los manifestantes han utilizado su vestimenta como una herramienta de expresión, fusionando activismo y estilo de manera impactante.
Lo que comenzó como un movimiento estudiantil contra la corrupción ha derivado en un fenómeno social donde la indumentaria juega un papel clave. Camisetas con consignas bordadas a mano, chaquetas con parches alusivos a la transparencia y hasta bufandas tejidas con los colores de la bandera serbia, pero intervenidas con mensajes subversivos, se han convertido en emblemas de esta ola de descontento.

Analistas señalan que esta apropiación de la moda no es casual. En un contexto donde los medios tradicionales enfrentan presiones, los ciudadanos han encontrado en su ropa una forma de comunicar lo que muchos medios no pueden decir abiertamente. «Es una estrategia visual que trasciende las palabras», explica un experto en sociología de la moda. «Cada prenda se carga de intención política, y eso es poderoso».
Las redes sociales han amplificado este fenómeno. Imágenes de jóvenes con atuendos cuidadosamente diseñados para las protestas se viralizan, inspirando a otros a unirse. No se trata solo de vestir de negro como señal de luto por la democracia, sino de crear un lenguaje estético colectivo. Incluso diseñadores locales han comenzado a colaborar con los manifestantes, produciendo piezas limitadas que refuerzan el mensaje.
Mientras la tensión política continúa, queda claro que la moda en Belgrado ya no es ajena a la lucha social. Lo que lleva puesto un manifestante puede ser tan elocuente como un discurso. En tiempos de represión, la creatividad se convierte en resistencia, y las pasarelas, en este caso, son las plazas públicas.
Este movimiento, además, coincide con una tendencia global donde la moda y el activismo se entrelazan, como se ha visto en protestas desde Hong Kong hasta Santiago. Pero en Serbia, donde la historia y la identidad pesan tanto, la ropa no solo viste cuerpos: narra una lucha.

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