Moda y diplomacia: el estilo detrás de la visita de Trump al Reino Unido
Mientras la atención política se centra en los acuerdos comerciales y las tensiones internacionales durante la visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido, otro elemento emerge con fuerza en este encuentro: la moda como herramienta de diplomacia. La elección de vestuario, los protocolos reales y el lujo desplegado en eventos oficiales reflejan un mensaje más allá de lo verbal.
La Casa de Windsor, conocida por su rigurosa etiqueta, ha preparado un escenario perfecto para un presidente que se mueve entre el poder y el espectáculo. Desde carruajes tirados por caballos hasta banquetes en castillos milenarios, la visita está diseñada para satisfacer el gusto de Trump por la grandiosidad. No es casualidad que el encuentro con el rey Carlos III tenga lugar en el icónico Castillo de Windsor, un símbolo de tradición y elegancia.

El primer ministro británico, Keir Starmer, también ha mostrado un fino instinto para congraciarse con el mandatario estadounidense. En febrero, durante una visita a Washington, elogió abiertamente la decoración del Despacho Oval, dominada por tonos dorados y un busto de Winston Churchill, un detalle que no pasó desapercibido para Trump, quien ha transformado su entorno presidencial con un estilo opulento.
Pero la moda en este contexto no se limita a la indumentaria. La selección de locaciones, alejadas del bullicio londinense, responde a una estrategia calculada: evitar protestas masivas y ofrecer una imagen de control. Mientras Trump admira la majestuosidad de Windsor, los líderes aprovechan para estrechar lazos en sectores clave como tecnología, energía nuclear e inteligencia artificial, con firmas simbólicas que refuerzan la alianza entre ambos países.
Sin embargo, el aspecto más llamativo de esta visita es cómo el lujo y la imagen personal se entrelazan con la política. Trump, conocido por su predilección por lo ostentoso, encuentra en el protocolo británico un escenario ideal para proyectar poder. Mientras tanto, Starmer intenta equilibrar su imagen de estadista con la necesidad de mantener distancia ante un líder polarizante.
En un mundo donde la diplomacia se ejerce también a través de gestos y apariencias, esta visita demuestra que la moda y el estilo siguen siendo herramientas clave en la escena internacional. El desafío para los líderes es usarlas con astucia, sin perder de vista el mensaje que realmente importa.

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