La polémica destitución de Karen Attiah en The Washington Post tras sus comentarios sobre violencia racial
El despido de Karen Attiah, columnista y editora fundadora de la sección Global Opinions de The Washington Post, ha reavivado el debate sobre libertad de expresión, racismo estructural y los límites del discurso en los medios. La periodista fue desvinculada abruptamente tras publicar una serie de críticas en redes sociales sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk, acusando a la dirección del periódico de silenciar voces negras y aplicar un doble rasero ante la violencia racial.
Según fuentes cercanas al medio, la decisión se tomó tras considerar que sus publicaciones —donde cuestionaba la "impunidad histórica de los hombres blancos que promueven el odio"— constituían "mala conducta grave" y ponían en riesgo la seguridad de otros empleados. Attiah, ganadora de un premio George Polk por su cobertura del asesinato de Jamal Khashoggi, rechazó estas acusaciones: "Me despidieron sin diálogo, en un contexto donde ya casi no quedan columnistas negros en la redacción", declaró a través de su cuenta en Bluesky.

Un debate sobre violencia y privilegio racial
Los mensajes de Attiah, escritos tras el magnicidio de Kirk y un tiroteo masivo en Colorado, analizaban la conexión entre retórica política, acceso a armas y la tendencia mediática a humanizar a perpetradores blancos. "Este país adora la violencia cuando viene de ciertos grupos", escribió, citando declaraciones racistas de Kirk hacia mujeres negras para ilustrar lo que llamó "duelo selectivo" en la esfera pública.
Críticos alegan que el medio, bajo nueva dirección, prioriza líneas editoriales conservadoras. "Es sintomático de una industria que margina perspectivas disidentes", señaló un analista de medios, refiriéndose a la salida de otros periodistas de minorías en los últimos años. The Washington Post no ha detallado los criterios específicos que convirtieron los comentarios de Attiah en motivo de despido, pero fuentes internas mencionan presiones comerciales y el tono "divisivo" de sus intervenciones.
Reacciones y consecuencias
El caso ha generado réplicas en foros periodísticos y académicos. Mientras algunos defienden el derecho de los medios a establecer límites éticos, otros ven en este episodio un retroceso para la diversidad en el análisis político. "Cuando se penaliza señalar desigualdades, se normaliza el statu quo", afirmó una profesora de comunicación de la Universidad Complutense.
Attiah, por su parte, insiste en que su intención era evidenciar hipocresías estructurales: "Hablar de racismo no es incitar violencia; callarlo sí es complicidad". Su salida coincide con un aumento de tensiones en EE.UU. por casos de violencia armada con matices raciales, un fenómeno que medios españoles siguen de cerca dada su influencia en el debate migratorio y social en Europa.
La controversia revela fisuras en cómo las redacciones gestionan el conflicto entre neutralidad y activismo, especialmente cuando se trata de voces históricamente marginalizadas. Mientras The Washington Post gira hacia posturas más templadas, la pregunta persiste: ¿pueden los medios corporativos albergar críticas radicales a los sistemas de poder que los sustentan?
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