El béisbol en Liberia prescinde de bates y equipos masculinos

En los campos polvorientos de Monrovia, Liberia, el sonido de un bate golpeando una pelota brilla por su ausencia. Aquí, el béisbol se reinventa bajo reglas distintas, donde las mujeres son las protagonistas y el instrumento tradicional de madera queda fuera de juego. Se trata del kickball, una variante local que ha convertido el deporte en un fenómeno cultural y social, rompiendo barreras de género en un país donde el deporte profesional suele ser dominio masculino.

Perryline Jimmie, una de las jugadoras más destacadas, describe la emoción de patear la pelota con precisión y correr hacia primera base mientras sus compañeras la animan desde el banquillo. "No necesitamos bates para demostrar nuestra fuerza. Cuando pateas, sientes que el poder viene de ti misma", explica. El juego, que sigue las bases y anotaciones del béisbol clásico, sustituye el golpeo por una patada certera, combinando estrategia y agilidad.

Este deporte se ha convertido en una plataforma para desafiar estereotipos en Liberia, donde muchas mujeres encuentran en el kickball un espacio para la solidaridad y la superación personal. Equipos como los Liberian Dusty Diamonds han ganado popularidad no solo por su destreza en el campo, sino también por su papel en comunidades rurales, donde organizan torneos para recaudar fondos destinados a educación y salud.

Aunque el béisbol tradicional sigue siendo minoritario en África occidental, el kickball ha logrado algo inusual: captar la atención de medios internacionales y generar debates sobre inclusión en el deporte. "Es más que un juego; es una declaración", afirma una entrenadora local. "Aquí, las niñas aprenden que pueden ser fuertes, rápidas y líderes".

Mientras el sol se pone sobre Monrovia, los partidos se alargan entre risas y gritos de ánimo. Las jugadoras, vestidas con uniformes coloridos y botas llenas de tierra, no solo compiten por la victoria, sino por el derecho a ser vistas. En un mundo donde el deporte femenino lucha por igual reconocimiento, Liberia escribe su propia historia, una patada a la vez.