En medio de un escenario político cada vez más polarizado, la visita del senador de Ohio Bernie Moreno a Colombia ha generado un intenso debate sobre la influencia de la agenda de Donald Trump en América Latina. El legislador republicano, de origen colombiano, ha centrado su discurso en dos temas clave: la lucha contra el narcotráfico y la redefinición de los acuerdos comerciales con Estados Unidos, promoviendo un enfoque alineado con las políticas del expresidente.
Moreno, quien emigró a EE.UU. durante su infancia, ha aprovechado su regreso a Bogotá para insistir en la necesidad de reforzar los controles fronterizos y erradicar los cultivos ilegales, una postura que ha encontrado tanto apoyos como críticas en el país sudamericano. «El problema de las drogas no es solo de Colombia o Estados Unidos; es una amenaza global que requiere cooperación, pero también firmeza», declaró durante un encuentro con autoridades locales. Sin embargo, analistas señalan que su propuesta podría enfrentar resistencia en un contexto donde el gobierno colombiano explora alternativas como la regulación de ciertas sustancias.
El apartado comercial también ha sido pieza central de su gira. Moreno ha insistido en renegociar aspectos del Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones, argumentando que los actuales términos perjudican a los trabajadores estadounidenses. «Debemos priorizar acuerdos equilibrados que beneficien a nuestras industrias», afirmó, evocando el discurso proteccionista que caracterizó la administración Trump. Esta postura, aunque bien recibida por sectores industriales en Ohio, podría tensionar las relaciones con un aliado estratégico en la región.

En paralelo, su visita ha reavivado discusiones sobre el peso de la diáspora colombiana en la política estadounidense. Moreno, quien llegó sin dominar el inglés y construyó una carrera empresarial antes de entrar al Senado, encarna un perfil atípico dentro del Partido Republicano. Su historia personal ha sido utilizada como símbolo de las oportunidades que ofrece EE.UU., aunque sus detractores subrayan las contradicciones entre su retórica migratoria y su propio recorrido.
Mientras algunos medios destacan su potencial como figura clave para tender puentes entre ambos países, otros cuestionan si su agenda no responde más a intereses electorales en Ohio, un estado donde la comunidad latina—aunque creciente—sigue siendo minoritaria. Lo cierto es que su incursión en política exterior marca un giro inesperado para un legislador conocido hasta ahora por su enfoque en temas económicos domésticos.
El impacto real de estas propuestas dependerá de múltiples factores, incluyendo el resultado de las próximas elecciones en EE.UU. y la capacidad de Colombia para mantener su posición en un tablero geopolítico cada vez más complejo. Por ahora, el viaje de Moreno deja en claro que las relaciones bilaterales seguirán siendo un tema de discusión, con ramificaciones que trascienden lo comercial y lo diplomático.

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