La carrera hacia el abismo en la política migratoria europea
En un giro inesperado, Italia y Albania están reviviendo su acuerdo migratorio, que originalmente preveía el establecimiento de centros de detención en territorio albanés para albergar a solicitantes de asilo procedentes de países considerados seguros mientras esperaban que sus casos fueran procesados en Italia. Sin embargo, estos centros ahora se convertirán en centros de repatriación, lo que ha generado preocupación entre expertos y organizaciones de derechos humanos.
El pasado 11 de abril, un grupo de cuarenta migrantes fue trasladado desde centros de detención de repatriación italianos al puerto de Shëngjin, Albania, para ser llevados al centro de detención de Gjäder. Este desarrollo ha sido visto como un cambio significativo en las políticas migratorias europeas, abriendo nuevos escenarios en el contexto continental.

La Asociación para el Estudio Jurídico de la Inmigración en Italia (ASGI) ha destacado que este tipo de traslado pone de relieve el trato legal y administrativo desigual que reciben los migrantes. Según ASGI, esta medida crea una profunda fractura en el ordenamiento jurídico en su conjunto y refleja la imagen de una democracia en redefineción.
El acuerdo original entre Italia y Albania fue seguido con interés por otros países europeos e instituciones internacionales. Sin embargo, ahora se plantea la cuestión de cómo evolucionará esta nueva versión y si será emulada por otros países.
Mientras tanto, en Francia, el político de derecha Laurent Wauquiez ha propuesto el regreso de la servidumbre penal para extranjeros que permanecen en el país a pesar de una orden de expulsión. Wauquiez sugirió confinar a los casos peligrosos en Saint-Pierre-et-Miquelon, un pequeño territorio marítimo francés cerca de Terranova, Canadá. Aunque su propuesta no ha tenido éxito, muestra la tendencia de los políticos a buscar inspiración en políticas autoritarias.
Países Bajos también está explorando nuevas estrategias migratorias. El ministro de Asilo y Migración, Marjolein Faber, ha presentado un plan para implementar la política de asilo más estricta jamás aplicada, que incluye la reducción o eliminación de permisos de residencia y limitaciones a la reunificación familiar.
Investigadores y expertos han expresado dudas sobre la eficacia de estas políticas más duras. Señalan que los políticos a menudo dan la impresión errónea de que los solicitantes de asilo toman decisiones racionales basadas en un conocimiento exhaustivo de las políticas de asilo de cada país de la Unión Europea.
En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump ha sido conocido por su retórica impactante sobre la política migratoria. Recientemente, se ha reportado que Trump tiene planes para enviar a más personas a El Salvador, donde serán encarceladas. Esta situación ha generado preocupación, ya que muestra la tendencia de los líderes políticos a imitarse entre sí en materia de política migratoria.
En Alemania, el gobierno ha comenzado a seguir el «manual estadounidense» para expulsar a residentes extranjeros que participaron en manifestaciones contra la guerra en Gaza. Estos acontecimientos recuerdan casos como el de Mahmoud Khalil, un estudiante universitario palestino que enfrenta deportación a pesar de su estatus de residente permanente en Estados Unidos.
Estos sucesos generan preocupación sobre el futuro de la política migratoria en Europa y el mundo. La tendencia hacia políticas más autoritarias y restrictivas plantea interrogantes sobre los derechos humanos y el Estado de derecho.

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