La NBA, un escenario donde la genialidad atlética se cruza con la estrategia, ha sido testigo de una sutil pero fascinante evolución en el repertorio de movimientos de sus jugadores: el «auto alley-oop». Lo que alguna vez fue un recurso de emergencia o un destello de exhibicionismo, se está transformando progresivamente en una herramienta táctica empleada por algunos de los talentos más creativos y explosivos de la liga. Este movimiento, que consiste en lanzar el balón contra el tablero y atraparlo uno mismo para finalizar la jugada, dista mucho de ser una simple acrobacia sin sentido; sus orígenes tácticos se remontan casi a los inicios de la propia liga.
El origen de esta maniobra, concebida como una herramienta para la asistencia, se remonta a un momento crucial en la historia temprana de la NBA. Durante el séptimo partido de las Finales de 1957, en doble prórroga y con apenas segundos en el reloj, los St. Louis Hawks iban perdiendo. Su jugador-entrenador, Alex Hannum, ideó una audaz estrategia: lanzar el balón desde su propia canasta (entonces no se podía avanzar el balón tras tiempo muerto) contra el tablero rival, donde el pívot Bob Pettit debería recoger el rebote y anotar para empatar. Aunque el intento de Hannum, un lanzamiento de 28 metros que rozó el aro, y el posterior error en la bandeja de Pettit, impidieron el empate, la jugada sentó un precedente claro para el uso estratégico del tablero más allá de la anotación directa. Sesenta y cinco años después, este mismo concepto se aplicó con éxito en el baloncesto universitario para forzar una prórroga.
El auto alley-oop, en su vertiente más espectacular, alcanzó notoriedad en la década de los 2000 con figuras legendarias. Tracy McGrady, en el All-Star de 2002, asombró al público lanzando el balón desde más allá de la línea de tiros libres contra el cristal para completar un mate sin oposición. Jugadores de un perfil similar, como Vince Carter y Kobe Bryant, también hicieron uso de esta maniobra en momentos puntuales. Sin embargo, la aplicación táctica del auto alley-oop también encontró cabida. Tim Duncan, conocido por su juego fundamental y poco ostentoso, utilizó la jugada en 1997 para liberarse de la marca de Kevin Willis, lanzando el balón alto contra el tablero y consiguiendo un mate sencillo. Incluso Michael Jordan recurrió a este movimiento a mediados de los noventa como una improvisación táctica, aunque en su caso, para una bandeja.

La legalidad del auto alley-oop, aunque no explícitamente detallada en el reglamento, está confirmada por los oficiales de la NBA. La normativa establece que un jugador no puede recuperar su propio pase a menos que el balón haya tocado el tablero o el aro. Una vez que esto ocurre, cualquier jugador puede tocar el esférico. Este aspecto normativo, sumado a una mayor comprensión por parte de los jugadores de las reglas del pie de pivote y el consiguiente aumento en la frecuencia de los movimientos de «step-through», ha contribuido a la proliferación de este tipo de jugadas. Los jugadores han descubierto la gran cantidad de espacio que pueden generar incluso después de haber recogido el regate, y el auto alley-oop es una de las jugadas que ha crecido en frecuencia como resultado directo.
Aunque la frecuencia precisa del auto alley-oop en la NBA actual es difícil de cuantificar debido a la inconsistencia en su registro en los sistemas de seguimiento óptico y las estadísticas oficiales, su notoriedad está en aumento. Jugadores como Donovan Mitchell, Ja Morant, Jaylen Brown, Giannis Antetokounmpo, Ben Simmons, Joel Embiid, Anthony Edwards, Jrue Holiday, Russell Westbrook, Jamal Murray y Tyrese Haliburton lo han ejecutado en encuentros oficiales, demostrando que va más allá del espectáculo y puede ser una herramienta estratégica valiosa. Jaylen Brown, MVP de las Finales de 2024, realizó recientemente un auto alley-oop para una bandeja en una jugada que su entrenador describió como «simplemente una buena jugada».
Existe un debate sobre cuándo el auto alley-oop deja de ser una herramienta táctica para convertirse en una simple exhibición. Collin Sexton del Utah Jazz realizó un auto alley-oop con un giro de 360 grados durante un partido, argumentando que buscaba generar un cambio de impulso para su equipo. Aunque la jugada pareció carecer de beneficio táctico obvio, el entrenador del Jazz, Will Hardy, lo tomó con humor, aunque con un claro mensaje: si se intenta, debe completarse. Independientemente de su propósito, el auto alley-oop es un momento notable en cualquier partido. Representa la creatividad y la improvisación, elementos fundamentales que hacen del baloncesto un deporte tan atractivo.

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