La retórica de la paz china: ¿diplomacia o estrategia de poder?
Mientras el mundo observa el creciente despliegue militar de China, la narrativa oficial insiste en un mensaje incansable: el gigante asiático es un guardián de la paz. El desfile del Día de la Victoria de 2025, con misiles intercontinentales DF-5C y el despliegue de su llamado "triada nuclear estratégica", sirvió tanto para exhibir su poderío como para reforzar su discurso pacifista. Pero, ¿hasta qué punto esta dualidad refleja una política exterior genuina o una estrategia calculada para legitimar su ascenso global?
El presidente Xi Jinping, en su discurso inaugural, afirmó que China "será siempre una fuerza para la paz", mientras miles de soldados coreaban consignas sobre justicia y armonía. Esta escenografía no es nueva. Desde hace años, Pekín ha entrelazado su identidad nacional con conceptos confucianos de armonía, presentándose como una civilización históricamente pacífica, ajena a la expansión militarista. Sin embargo, el contraste es palpable: mientras se habla de paz, el país ha incrementado su gasto militar y reforzado alianzas con regímenes autoritarios, como Rusia y Corea del Norte.

La sombra del victimismo histórico
El relato chino recurre con frecuencia a su pasado de sufrimiento, en particular a los 35 millones de víctimas durante la Segunda Guerra Mundial, para justificar su postura actual. Esta narrativa, amplificada por medios estatales, busca otorgar legitimidad moral a sus acciones, incluso cuando enfrenta críticas por medidas coercitivas contra países como Australia o Lituania. Según analistas, el victimismo permite a Pekín presentar sus sanciones económicas o disputas territoriales como respuestas defensivas, no agresivas.
Pero el pragmatismo económico también juega un papel clave. Xi Jinping ha vinculado repetidamente la paz con el desarrollo, destacando que la estabilidad regional es indispensable para la prosperidad. Durante una reciente gira por el Sudeste Asiático, insistió en que la influencia china es sinónimo de crecimiento, una retórica que contrasta con las tensiones en el Mar de China Meridional. Para muchos países en desarrollo, la promesa de inversiones y comercio prioriza el atractivo de Pekín frente a las dudas sobre el compromiso estadounidense.
¿Paz o reordenamiento global?
Tras el desfile, China enfatizó su doctrina de "no primer uso" nuclear y su rol en la reforma de la gobernanza mundial. Iniciativas como la Cumbre de la SCO y la expansión de los BRICS reflejan su ambición de liderar un sistema multipolar. Mientras Estados Unidos enfrenta críticas por su enfoque unilateral, Pekín se presenta como el defensor del orden internacional, aunque bajo sus términos.
La paradoja es evidente: mientras exhibe su capacidad militar, China insiste en que su poder garantiza la paz. Para sus vecinos, especialmente en Asia, la cuestión sigue siendo si su ascenso se traducirá en cooperación o en coerción. Con la influencia geopolítica en juego, la retórica pacifista de Pekín podría ser tan estratégica como sus misiles.

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