La política como pasarela: cómo la moda influye en las campañas electorales
En un contexto donde la imagen pública es tan crucial como las propuestas políticas, la moda se ha convertido en una herramienta clave para los candidatos que buscan conectar con el electorado. Si hay algo que las últimas campañas han demostrado es que la ropa no solo viste, sino que comunica ideología, cercanía y hasta rebeldía.
En medio de este panorama, la reciente entrada en escena de Kelda Roys, candidata demócrata a la gobernación de Wisconsin, ha puesto sobre la mesa un debate inesperado: ¿es posible utilizar la estética para desafiar el discurso extremista? La abogada y exlegisladora estatal ha optado por un estilo sobrio pero estratégico—trajes de líneas limpias, tonos neutros y accesorios mínimos—que contrasta deliberadamente con la retórica agresiva de sus oponentes.

Expertos en comunicación política sugieren que este enfoque no es casual. En una era donde la polarización define gran parte de los enfrentamientos electorales, la moda puede servir como un guiño visual a la moderación. "El mensaje no verbal es tan poderoso como un discurso", explica una analista de la Universidad de Madrid. "Un traje bien cortado proyecta seriedad; unos zapatos cómodos, practicidad. Son detalles que los votantes internalizan".
Pero la relación entre política y moda no es nueva. Desde los conjuntos pantsuit de Hillary Clinton hasta las camisas arremangadas de Obama, la vestimenta ha sido un vehículo para transmitir identidad. En España, por ejemplo, la preferencia de Pedro Sánchez por chaquetas informales sin corbata busca reforzar su imagen de líder cercano, mientras que Isabel Díaz Ayuso ha utilizado vestidos de firma para vincularse con un electorado más urbano y moderno.
Sin embargo, no todos los intentos funcionan. En 2021, un senador estadounidense fue blanco de críticas por gastar miles en trajes mientras promovía políticas de austeridad. El caso dejó claro que la coherencia es esencial: la moda debe alinearse con el mensaje, no contradecirlo.
Roys parece consciente de este equilibrio. Su guardarropa, estudiado pero sin excesos, refuerza su discurso contra la "división radical". ¿Logrará seducir a los indecisos? Las encuestas aún no lo dicen, pero una cosa es segura: en la política actual, hasta el último botón cuenta.
Mientras, en las redes, los usuarios no pierden detalle. Hashtags como #PolíticaDeModa o #EstiloEnLasUrnas empiezan a ganar terreno, demostrando que, hoy más que nunca, la ropa también vota.

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