En Japón, un problema grave y silencioso ha salido a la luz en los últimos meses. Se trata de las «muertes solitarias», un fenómeno que refleja la soledad extrema en la que viven muchas personas mayores en el país. Según un informe reciente del gobierno japonés, se estima que alrededor de 28.330 personas mayores fallecieron solas en un lapso de seis meses.
Lo preocupante de estas cifras es que muchas de estas personas tardaron semanas en ser descubiertas, e incluso hubo casos en los que nadie reclamó sus cuerpos. De acuerdo con la Agencia Nacional de Policía, se registraron 4.913 muertes que pasaron desapercibidas durante al menos dos semanas. Este dato revela la magnitud de la soledad y el aislamiento que enfrentan algunas personas mayores en Japón.
Un caso emblemático que conmocionó al país hace dos décadas ilustra la gravedad de esta situación. Un anciano fue encontrado sin vida tres años después de su muerte, ya que sus facturas se pagaban automáticamente y nadie notó su ausencia. Situaciones similares se repiten en la actualidad, como el caso de una anciana de unos 70 años que fue encontrada sin vida en su domicilio después de llevar semanas fallecida, sin que nadie se percatara de su situación.
En el primer semestre de 2024, la policía japonesa manejó un total de 102.965 cadáveres, de los cuales 37.227 correspondían a personas que vivían solas y fallecieron en sus hogares. Estas estadísticas reflejan la magnitud del problema y la vulnerabilidad de las personas mayores en un país con una población cada vez más envejecida.
El gobierno japonés estima que cerca de 70.000 personas morirán solas este año, lo que subraya la urgencia de abordar el tema de la soledad y el aislamiento en la sociedad japonesa. La creación del Ministerio de la Soledad y la implementación de programas como «Cero muerte solitaria» son pasos en la dirección correcta, pero queda mucho por hacer para proteger a los adultos mayores de un destino solitario y desolador.
En medio de un panorama demográfico desafiante, Japón se enfrenta a la realidad de una población anciana cada vez más numerosa y vulnerable. Las muertes solitarias no solo son un reflejo de la soledad extrema en la que viven algunas personas mayores, sino también un llamado de atención para tomar medidas concretas y garantizar que nadie muera solo en un país que se destaca por su longevidad y envejecimiento de la población.
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