La crisis sin precedentes que enfrenta el régimen cubano en 2025 ha alcanzado un punto de no retorno, según análisis de expertos. Con una economía colapsada, escasez generalizada y un éxodo masivo, las grietas en el sistema son más visibles que nunca.
El desgaste de un sistema agotado
La Habana, otrora conocida como la ciudad de columnas, hoy se describe mejor como una urbe de andamios y ruinas. Los apagones diarios superan las 12 horas, los hospitales carecen de medicamentos básicos y el agua potable escasea. Según datos del programa internacional Food Monitor, el 25% de los cubanos admite acostarse con hambre, mientras la desnutrición infantil alcanza niveles alarmantes. La paradoja es cruel: el país importa el 70% de sus alimentos, principalmente de EE.UU., pero carece de logística para distribuirlos.
La fractura social se profundiza
Mientras la población sufre, la élite militar y política exhibe un estilo de vida opulento. Nietos de los Castro, como Sandro —un "influencer" de 33 años—, protagonizan escándalos al mostrar viajes en yates y fiestas en exclusivos hoteles, mientras ridiculiza en redes los apagones que paralizan la isla. Esta ostentación contrasta con la realidad de miles de familias que sobreviven con salarios equivalentes a 15 dólares mensuales.

Trump aprieta las tuercas
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2025 ha acelerado la presión sobre La Habana. Su "embargo de presión total" incluye la deportación masiva de cubanos desde EE.UU. y el cierre de flujos migratorios y remesas. Una medida estratégica, pues los retornados —que ya probaron el capitalismo— podrían convertirse en un factor de inestabilidad adicional.
¿Punto de inflexión?
Los tradicionales salvavidas del régimen se agotan:
- Aliados en crisis: Venezuela, Rusia e Iran, sumidos en sus propias turbulencias, ya no pueden subsidiar a Cuba.
- Deuda impagable: La isla arrastra 20.000 millones de dólares en deuda externa, con una calificación crediticia la más baja del mundo.
- Inversiones extranjeras: Solo 14 proyectos aprobados en 2025, según cifras oficiales, evidencian la fuga de capitales.
El escenario se complica con la avanzada edad de Raúl Castro (94 años), último símbolo de unidad entre el Partido Comunista y las Fuerzas Armadas. Su eventual desaparición podría desatar una lucha por el poder entre facciones militares y civiles.
Una bomba de tiempo
Analistas coinciden en que el régimen ha perdido herramientas clave para contener el malestar: ya no puede exportar su disidencia mediante éxodos masivos (bloqueados por Trump) ni implementar más ajustes económicos sin riesgo de revuelta social. La represión —como la ejercida en las protestas de julio de 2021— sigue siendo su último recurso, pero cada vez más costoso en términos de legitimidad.
Mientras los generales administran el 70% de la economía a través del conglomerado GAESA —con reservas en dólares estimadas en 18.000 millones—, la pregunta no es si caerá el sistema, sino cómo y cuándo. Con un huracán político y económico azotando la isla, el colapso parece, esta vez, inevitable.

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