El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se reunió con el candidato presidencial republicano Donald Trump el viernes en Mar-a-Lago, Florida, en un intento por mejorar las relaciones y expresar optimismo sobre un acuerdo de alto al fuego para Gaza. Este encuentro llega al final de una visita a Estados Unidos que ha puesto de manifiesto las crecientes divisiones americanas sobre el apoyo a la guerra entre Israel y Hamas.
En la reunión cara a cara en la finca de Mar-a-Lago, Netanyahu expresó su deseo de que las negociaciones mediadas por Estados Unidos tengan éxito para lograr un alto al fuego y la liberación de rehenes. Trump prometió ocuparse de la situación de un niño rehén en una foto que Netanyahu le entregó durante la reunión.
La campaña de Trump afirmó que se comprometió a «hacer todo lo posible para llevar la paz a Oriente Medio» y combatir el antisemitismo en los campus universitarios si los votantes americanos lo eligen como presidente en noviembre.
Ambos líderes han mostrado un fuerte interés en reanudar su relación, destacando el apoyo político y el prestigio que su alianza les aporta. Aunque las relaciones entre Trump y Netanyahu se ensombrecieron al final del mandato presidencial de Trump, el encuentro en Mar-a-Lago fue una oportunidad para resaltar ante sus respectivas audiencias nacionales su imagen como líderes fuertes capaces de lograr grandes cosas en el escenario mundial.
Netanyahu, al regresar a Israel, se enfrenta a acusaciones de resistir un acuerdo para poner fin a la guerra en curso y evitar así una posible caída de su gobierno de extrema derecha al término del conflicto. Por su parte, Trump busca ser percibido como un aliado y estadista, y reforzar los esfuerzos republicanos por presentarse como el partido más leal a Israel.
Las divisiones en Estados Unidos respecto al apoyo a la guerra de Israel contra Hamas en Gaza han expuesto grietas en décadas de sólido respaldo bipartidista a Israel, el mayor receptor de ayuda estadounidense. Para Netanyahu, reparar relaciones con Trump es crucial ante la posibilidad de que vuelva a ser presidente de Estados Unidos, país proveedor y protector vital de Israel.
El desafío para Netanyahu radica en lograr más condiciones favorables en un eventual acuerdo de alto el fuego en Gaza y liberación de rehenes, así como en cerrar un acuerdo de normalización con Arabia Saudita, si espera con paciencia la potencial victoria de Trump en las elecciones del futuro.
«Mendigar favores a un presidente irascible e irritado», señaló Aaron David Miller, exdiplomático estadounidense para negociaciones árabe-israelíes y actual miembro del Carnegie Endowment for International Peace, resumiendo el reto que implica para Netanyahu restaurar la relación con Trump.
Con estas premisas, la reunión entre Netanyahu y Trump en Mar-a-Lago representa un intento por recuperar la colaboración entre dos líderes que comparten objetivos comunes en política exterior y buscan fortalecer sus respectivas posiciones a nivel nacional e internacional.
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