Redacción - El Semanal
La tensión entre Irlanda y Estados Unidos por la política fiscal y energética
En un contexto de creciente incertidumbre global, la visita del primer ministro irlandés, Micheál Martin, a la Casa Blanca el pasado 12 de marzo, pasó relativamente desapercibida en comparación con las visitas de otros líderes internacionales como Volodymyr Zelensky o Emmanuel Macron. Sin embargo, detrás de esta reunión había un tema candente: la política fiscal de Irlanda y su impacto en las empresas multinacionales estadounidenses.
El secretario de Comercio de EE. UU., Howard Lutnick, calificó la tasa corporativa irlandesa de «estafa fiscal», argumentando que las grandes empresas tecnológicas y farmacéuticas estadounidenses trasladan su propiedad intelectual a Irlanda para aprovechar su baja tasa impositiva y evitar pagar impuestos en Estados Unidos. Esta práctica, conocida como «desplazamiento de beneficios» o «exportaciones fantasmales», ha sido un punto de fricción entre ambos países.
Irlanda aumentó recientemente su tasa corporativa del 12,5% al 15%, lo que sigue siendo atractivo para las multinacionales. Sin embargo, el cambio podría tener implicaciones significativas, especialmente considerando que una cuarta parte de los ingresos fiscales de Irlanda provienen de empresas estadounidenses.
La relación entre Irlanda y Estados Unidos se complica aún más con la intervención de figuras como el luchador de artes marciales mixtas Conor McGregor, invitado a la Casa Blanca durante las celebraciones del Día de San Patricio. McGregor fue libre de expresar críticas hacia las políticas de inmigración y asilo de su país, lo que generó controversia.
En otro frente, el gobierno irlandés ha decidido permitir la importación de gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos, lo que supone un giro en su política energética. Esta decisión ha sido vista con preocupación por grupos medioambientales y profesionales de la salud, dado el impacto devastador del fracking en el medio ambiente y la salud pública.
La Unión Europea enfrenta un «trilema energético»: garantizar la seguridad energética sin comprometer la descarbonización de la economía o limitar la disponibilidad de energía a precios accesibles para la población y la industria. La solución, según expertos, pasa por acelerar la transición hacia energías renovables.
En este contexto de tensiones geopolíticas y desafíos climáticos, la Unión Europea se encuentra en una encrucijada. La dependencia de fuentes de energía fósil, como el GNL estadounidense, podría socavar sus objetivos climáticos para 2030. La apuesta por la transición energética es crucial para su autonomía estratégica y el cumplimiento de sus compromisos climáticos.
Mientras tanto, las intervenciones de figuras como Donald Trump y sus aliados en temas energéticos y fiscales han generado preocupación. La posibilidad de una guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea podría tener consecuencias económicas significativas para Irlanda, que podría perder hasta 80.000 empleos.
La economía irlandesa depende en gran medida de las exportaciones de medicamentos, pero una gran proporción de estos «no toca suelo irlandés» debido a las prácticas de «desplazamiento de beneficios». Esto pone de relieve la fragilidad del sistema fiscal irlandés y su vulnerabilidad a los cambios en la política fiscal internacional.
En conclusión, la visita de Micheál Martin a la Casa Blanca y las decisiones recientes en materia energética y fiscal ponen de manifiesto los desafíos que enfrenta Irlanda y la Unión Europea en un mundo cada vez más complejo y conectado. La transición hacia un modelo energético más sostenible y la búsqueda de una política fiscal justa son cruciales para abordar estos retos.
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