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Protestas masivas en Rumania presionan al gobierno en elecciones cruciales para Europa.

A pocos días de que se anunciara la nueva fecha para las elecciones en Rumania, previstas para el 4 de mayo con una posible segunda vuelta el 18 de mayo, la tensión política en el país alcanza niveles críticos. El panorama se complica con la participación de Călin Georgescu, candidato de extrema derecha que fue eliminado de la carrera electoral anterior debido a varias acusaciones en su contra, entre ellas acciones contra el orden constitucional.

En una reciente entrevista con el conocido comentarista político estadounidense Tucker Carlson, Georgescu se comparó a sí mismo con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, alegando que ambos han sido objeto de acusaciones similares, como interferencia electoral y supuestas influencias rusas. Estas declaraciones no son nuevas, ya que Georgescu ha mantenido esta narrativa a lo largo de su campaña presidencial.

A pesar de negar cualquier vínculo con Rusia, Georgescu ha recibido el apoyo de figuras prominentes rusas, incluyendo al presidente Vladímir Putin, al jefe del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, y al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Un informe oficial de TikTok reveló una red de más de 27,000 cuentas que promovían a Georgescu y a su partido, AUR, a través de interacciones falsas en línea en la plataforma.

Mientras tanto, las encuestas agregadas por Hotnews muestran que el favorito para ganar las elecciones es George Simion, líder de la Alianza para la Unión de Rumanos (AUR), con alrededor del 35% de los votos. Le siguen el independiente de izquierda Victor Ponta con el 23%, el independiente liberal y alcalde de Bucarest, Nicușor Dan, con el 16%, y el candidato de la coalición liberal-socialdemócrata gobernante, Crin Antonescu, con el 15%.

En otros países de la región, la situación política también está experimentando cambios significativos. En Bulgaria, se habla de una posible candidatura a la presidencia del ex primer ministro Boiko Borisov, lo que podría alterar la dinámica política del país. En Croacia, el presidente Zoran Milanović fue etiquetado como «un jugador ruso» después de oponerse a la ayuda a Ucrania durante una visita a Montenegro.

Las protestas ciudadanas continúan siendo una fuerza importante en la región. En Hungría, decenas de miles de personas se manifestaron contra el primer ministro Viktor Orbán, quien ha prometido represalias. En Croacia, el gobierno de Orbán planea prohibir los eventos Pride de Budapest, lo que ha generado críticas de organizaciones de derechos humanos. En Grecia, las protestas por el desastre del tren Tempi siguen adelante, con estudiantes tomando las calles después de un desfile militar.

En este contexto, el sureste de Europa se encuentra en un punto de inflexión, atrapado entre la integración europea y los impulsos nacionalistas, mientras que Rusia y otros actores externos buscan ejercer influencia en la región. La próximas elecciones en Rumania y las tensiones políticas en otros países de la región harán de este un año crucial para el futuro de la zona.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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