Un empresario japonés ha sido condenado a tres años y medio de prisión en China tras ser declarado culpable de espionaje, según confirmaron fuentes diplomáticas niponas en Pekín. El fallo, emitido este miércoles por un tribunal chino, marca un nuevo episodio en la creciente tensión bilateral entre ambos países, donde la seguridad nacional se ha convertido en un tema sensible.
El caso, rodeado de hermetismo, no ha trascendido con detalles específicos sobre las acusaciones contra el ciudadano japonés, cuya identidad no ha sido revelada oficialmente. Sin embargo, la sentencia refleja la aplicación estricta de las leyes locales en materia de inteligencia, un ámbito que China ha reforzado en los últimos años con ampliaciones legislativas y controles más severos.
Expertos en relaciones internacionales señalan que este tipo de procedimientos podría afectar aún más los lazos comerciales entre las dos potencias asiáticas, ya tensionados por disputas geopolíticas. Empresarios extranjeros en China han manifestado preocupación ante la posibilidad de que casos similares se multipliquen en un contexto de creciente desconfianza.

Desde algunos sectores jurídicos se ha cuestionado la transparencia del proceso, dado que las autoridades chinas suelen mantener reserva en causas relacionadas con seguridad nacional. No obstante, representantes del gobierno insisten en que todas las garantías legales fueron respetadas.
El gobierno japonés, por su parte, ha asegurado que está proporcionando asistencia consular al condenado, aunque evita pronunciarse sobre los méritos del caso para no interferir en la justicia del país vecino. La situación podría complicar aún más las ya delicadas relaciones diplomáticas, especialmente en un momento en que ambos países intentan equilibrar cooperación económica con rivalidad estratégica.

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