La Universidad de British Columbia se encuentra en el ojo de la tormenta después de que una publicación en redes sociales de la profesora de la Escuela de Medicina, Karen Pinder, pareciera celebrar el intento de asesinato de Donald Trump. En la publicación, Pinder escribió «Maldición, tan cerca. Qué lástima», y «¡Qué día glorioso podría haber sido!», tras enterarse del tiroteo en un mitin de Trump. Posteriormente, Pinder eliminó la publicación junto con su cuenta en la red social.
A pesar de la controversia generada, la Universidad anunció que está investigando el asunto, pero debido a razones de privacidad, no puede hacer más comentarios al respecto. Esta situación ha despertado opiniones divididas entre los actuales y antiguos estudiantes de la UBC que se encontraban en el campus el lunes. Muchos coinciden en que las publicaciones de Pinder muestran una falta de juicio.
Adrian Ferdinand, exalumno de la universidad, comentó: «Trata a las personas como quieres ser tratado, ¿verdad? Entonces, si fuera ella, si fuera su abuelo, su padre, ¿cómo se sentiría?». Ferdinand opina que la política debería mantenerse al margen del campus universitario. Por otro lado, Janice Thomas, también exalumna, señaló que si alguien está en una posición de autoridad, debería abordar ambos lados de cualquier historia, pero que marcaría la diferencia si Pinder publicara en su cuenta personal o profesional.
Kareem Allam, estratega de comunicaciones de crisis en Fairview Strategies, mencionó que cualquier persona en una posición de cara al público tiene derecho a la libertad de expresión, pero también asume una responsabilidad ampliada. En momentos como estos, donde nos adentramos en una elección provincial con temas candentes como la asequibilidad, cuestiones de raza o la crisis de opioides, se espera que las universidades, al igual que los medios de comunicación, proporcionen contexto a la situación en vez de tomar partido.
La polémica en torno a las publicaciones de la profesora Pinder pone de relieve el delicado equilibrio entre la libertad de expresión y la responsabilidad social, especialmente en entornos académicos donde el debate sobre temas candentes puede desencadenar reacciones intensas. La Universidad de British Columbia se encuentra en una encrucijada ética y moral mientras lidia con las consecuencias de las acciones de uno de sus miembros más prominentes.
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