La moda como reflejo del desgarro interior: "Las Corrientes" de Milagros Mumenthaler
En el mundo de la moda, las apariencias suelen dominar el discurso, pero ¿qué ocurre cuando la perfección exterior esconde una fractura interna? Las Corrientes (The Currents), el último filme de la directora suizo-argentina Milagros Mumenthaler, explora este tema a través de la vida de Lina, una diseñadora de moda bonaerense interpretada con maestría por Isabel Aimé González-Sola. La cinta, presentada en el Festival de Toronto y seleccionada para el New York Film Festival, desafía los convencionalismos del cine de autor con una narrativa tan elegante como emotiva.
Lina encarna el ideal de éxito: una carrera deslumbrante, un matrimonio estable y una hija adorable. Sin embargo, tras recibir un prestigioso premio en Ginebra, arroja el trofeo a la basura en un gesto revelador. Poco después, en un acto aún más desconcertante, salta desde un puente al río. Este momento, filmado con una frialdad calculada por el director de fotografía Gabriel Sandru, marca el inicio de un viaje psicológico que desnuda las complejidades de la identidad femenina en entornos de alto estatus.

El peso invisible de la perfección
La película evita los clichés del drama psicológico al no reducir el conflicto de Lina a una simple fobia —en su caso, una aversión repentina al agua—. En cambio, retrata su malestar como un eco de algo más profundo: la alienación de quien se siente atrapada en su propia vida. Mumenthaler logra transmitir esta angustia mediante detalles sutiles: el ruido ensordecedor de una máquina de coser, la mirada distante de Lina frente a un plato de comida precocinada que su hija critica, o la inesperada aparición de un doble en un escaparate.
El vestuario, diseñado por Patricia Mouzo, no es un mero adorno, sino un elemento narrativo clave. Los trajes impecables de Lina contrastan con su deterioro interno, mientras que las escenas íntimas con su marido (Esteban Bigliardi) muestran cómo la sensualidad y el desasosiego pueden coexistir. Aquí, la moda deja de ser superficie para convertirse en una metáfora de la fragilidad humana.
Fashion films y referentes inesperados
Aunque Las Corrientes evoca obras como Tár de Todd Field o los dramas de Lucrecia Martel, su originalidad reside en su tratamiento visual. Mumenthaler huye del formalismo frío y opta por una estética voluptuosa, con planos prolongados que transforman lo cotidiano —el movimiento del cabello de Lina, el tacto de una tela— en algo casi onírico. Incluso incorpora secuencias surrealistas, como el tele transportarse a la mente de otras mujeres, filmadas con una delicadeza que recuerda al Almodóvar más introspectivo.
La banda sonora, basada en Los Planetas de Gustav Holst, refuerza esta dualidad entre lo opresivo y lo liberador. En una escena memorable, Lina es sedada para poder lavarse, una secuencia que bordea el body horror sin caer en lo grotesco, subrayando cuán lejos está dispuesta a llegar para mantener las apariencias.
Un final que invita al debate
El único desliz de la cinta podría ser su tercer acto, donde se insinúa una explicación quizá innecesaria para el tormento de Lina. Pero incluso este giro responde a un afán de comprensión, no de provocación. Al fin y al cabo, Las Corrientes no juzga a su protagonista, sino que la abraza en su contradicción: la de una mujer que diseña belleza mientras se descompone por dentro.
En una industria obsesionada con lo efímero, el filme de Mumenthaler plantea preguntas incómodas: ¿Puede la moda, tan vinculada a la autoexpresión, convertirse en una cárcel? ¿Cuánto cuesta sostener una imagen? Para los amantes del cine y la moda, esta obra es un recordatorio de que el estilo, en su sentido más profundo, siempre esconde una historia.
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