En el vertiginoso mundo de la moda, donde las tendencias nacen y mueren en cuestión de semanas, el arte de vestir va más allá de lo efímero para convertirse en una declaración de identidad. Las pasarelas internacionales han dejado claro este año que la elegancia atemporal y la sostenibilidad son los pilares sobre los que se construyen los armarios del futuro.
Uno de los movimientos más destacados es el regreso de los tejidos nobles: linos, sedas y lanas merino dominan las propuestas de marcas como Loewe, Bottega Veneta y Max Mara. Estas firmas apuestan por piezas sobrias pero cargadas de significado, donde el corte impecable y la calidad de los materiales se erigen como señas de distinción. "La moda debe perdurar, no ser un mero capricho estacional", señalaba recientemente un portavoz de una reconocida maison europea.
Pero el cambio más disruptivo llega de la mano de la tecnología. Startups españolas como Ecoalf están revolucionando el sector con fibras desarrolladas a partir de materiales reciclados, desde botellas de plástico hasta redes de pesca. Este enfoque innovador no solo reduce el impacto ambiental, sino que también ha captado el interés de gigantes como Inditex, que acaba de anunciar una colección cápsula fabricada íntegramente con estos tejidos.

El auge del ‘quiet luxury’
Mientras las redes sociales siguen inundadas de logos estridentes, una corriente silenciosa gana terreno entre los consumidores más exigentes: el quiet luxury. Esta tendencia, impulsada por celebridades como Gwyneth Paltrow y Pedro Almodóvar, reivindica el lujo discreto. Piezas sin marcas visibles pero con detalles exquisitos —como los abrigos de corte minimalista de The Row o los zapatos artesanales de Magrit— se convierten en tesoros para quienes buscan elegancia sin estridencias.
Los expertos advierten, sin embargo, que este movimiento no es solo estético. "Refleja un cambio cultural hacia el consumo consciente", explica Marta Delgado, profesora de Sociología de la Moda en la Universidad Complutense. "El comprador premium ya no quiere exhibir riqueza, sino conocimiento y valores".
La reinvención del denim
El vaquero, ese básico universal, vive su propia revolución. Firmas como Levi’s y Diesel están redefiniendo su producción con técnicas de teñido que reducen el uso de agua en un 90%. Además, diseños innovadores —como los pantalones transformables de la firma barcelonesa Twojeans— ofrecen versatilidad real: una sola prenda puede convertirse en corto, cropped o recto con simples ajustes.
En paralelo, el fenómeno upcycling —reutilizar prendas existentes para crear nuevas— está alcanzando cotas insospechadas. Talleres artesanales en Madrid y Valencia trabajan con vintage de alta gama para rediseñar piezas únicas, una práctica que ha llamado la atención incluso de Vogue España, dedicando su último editorial a estos "orfebres de lo preexistente".
El calzado atemporal
Las zapatillas deportivas siguen dominando las calles, pero las siluetas clásicas resurgen con fuerza. Las bailarinas de Repetto —fetiche de estilistas como Virginie Viard— y los mocasines de Tods lideran las ventas en tiendas multimarca. "Son inversiones a largo plazo", comenta Laura Rivas, compradora de una conocida boutique en Salamanca. "Nuestras clientas prefieren gastar 300 euros en unos shoes que duren diez años antes que en cinco pares trendy".
Este regreso al pragmatismo contrasta con la locura por los accesorios maximalistas. Bolsos escultóricos —como los de Jacquemus— y joyería de acero con formas orgánicas —la firma Beatriz Palacios es un referente— demuestran que el equilibrio entre sobriedad y audacia define el estilo contemporáneo.
Mientras el sector navega entre innovación y tradición, una cosa es clara: la moda ya no se limita a vestir cuerpos, sino a expresar convicciones. Y en esa ecuación, lo perdurable siempre llevará ventaja.
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