Solidaridad sin fronteras: el activismo que une a México con Palestina
En un mundo globalizado, la moda no se limita solo a las pasarelas o a las últimas tendencias en prendas de vestir. También se manifiesta en las calles, en las consignas y en la resistencia de quienes alzan la voz por causas justas. En este contexto, surge el Comité Mexicali en Solidaridad con Palestina, un colectivo que ha logrado tejer redes de apoyo transnacional desde una ciudad fronteriza mexicana hacia un conflicto que parece lejano, pero que resuena con fuerza en las conciencias de miles.
La situación en Palestina, marcada por décadas de ocupación y violencia sistemática, ha motivado a grupos de activistas en distintas partes del mundo a organizarse. Sin embargo, lo peculiar del caso de Mexicali es cómo ha logrado articular acciones concretas desde un territorio alejado geográficamente, pero conectado por la empatía y la lucha contra las injusticias.

Desde su formación en octubre de 2023, el comité ha llevado a cabo manifestaciones, recolección de firmas y campañas de concientización. Una de sus iniciativas más destacadas fue la entrega de una carta al gobierno mexicano exigiendo el rompimiento de relaciones diplomáticas con Israel, argumentando la complicidad de este país en lo que califican como un genocidio contra el pueblo palestino. La misiva, respaldada por cientos de firmas, refleja el poder de la organización ciudadana para influir en la política exterior, aunque las autoridades aún no han dado una respuesta contundente.
Pero el activismo no se detiene en las fronteras nacionales. El comité ha establecido alianzas con grupos estadounidenses, como Imperial Valley for Palestine, demostrando que la solidaridad puede traspasar muros físicos y políticos. Juntos, han realizado protestas binacionales en la frontera entre Mexicali y Calexico, donde pancartas con mensajes como “Israel mata, EE.UU. financia” o “Alto al genocidio en Gaza” han visibilizado la crisis ante los medios locales e internacionales.
Más allá de las movilizaciones, el grupo ha enfocado esfuerzos en la educación popular. A través de paneles en universidades y murales en espacios públicos, buscan combatir la desinformación y construir una narrativa que humanice a las víctimas del conflicto. “No se trata solo de pedir un alto al fuego, sino de exigir justicia y autodeterminación para Palestina”, explicó uno de los miembros durante una conferencia de prensa reciente.
La moda, en su sentido más amplio, también se ha convertido en una herramienta de resistencia. Los keffiyehs, tradicionales pañuelos palestinos, han aparecido en las marchas de Mexicali como símbolos de identidad y apoyo. Este accesorio, cargado de significado político, es un ejemplo de cómo la indumentaria puede ser un acto de rebeldía y cohesión social.
Lo que comenzó como un pequeño grupo de concienciación ahora es un movimiento que inspira a otras comunidades. Su trabajo recuerda que, en tiempos de crisis globales, la moda y el activismo pueden ir de la mano para desafiar estructuras de poder y dar voz a los que han sido silenciados. La solidaridad, al final, no entiende de distancias.

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