El fenómeno RushTok, que catapultó a la visibilidad masiva los procesos de reclutamiento de hermandades universitarias en Estados Unidos a través de TikTok, enfrenta ahora un contundente rechazo por parte de las propias organizaciones. Lo que comenzó como una moda digital, con jóvenes aspirantes compartiendo cada detalle de su experiencia —desde outfits hasta confrontaciones emotivas—, ha derivado en una restricción sin precedentes: muchas sororidades prohíben a sus candidatas publicar contenido durante el proceso.
Kylan Darnell, estudiante de la Universidad de Alabama, encarna esta dualidad. Hace cuatro años, su participación en el reclutamiento la convirtió en una estrella efímera de las redes. Hoy, como estudiante senior, opta por mantener su vida dentro de la hermandad alejada de las pantallas. "Al principio, todo era sobre la validación externa; ahora entendemos que hay momentos que deben ser privados", explica. Su reflexión resume un cambio generacional hacia la discreción en espacios tradicionalmente celebrados en línea.
La medida no es caprichosa. Fuentes cercanas a las organizaciones griegas señalan que la sobreexposición ha distorsionado la esencia del reclutamiento, conocido como rush. Videos virales, en ocasiones editados para destacar dramas o rivalidades, han generado estereotipos dañinos y presiones insostenibles para las aspirantes. "Se priorizaba más el cómo se vería en TikTok que la conexión real con la hermandad", admitió una coordinadora de reclutamiento bajo anonimato.

El impacto trasciende lo anecdótico. Estudios recientes destacan un aumento del 40% en casos de ansiedad entre candidatas, vinculados a la comparación constante y al escrutinio público. Plataformas como TikTok, aunque aún albergan comunidades dedicadas al RushTok, muestran un descenso en publicaciones de reclutamiento en vivo, sustituidas por reflexiones a posteriori.
Mientras, las hermandades refuerzan protocolos. Algunas exigen firmar acuerdos de confidencialidad; otras eliminan etiquetas geográficas en eventos para evitar localizaciones masivas. "No se trata de ocultar, sino de proteger la intimidad del proceso", insiste una portavoz de la National Panhellenic Conference.
La tendencia invita a reflexionar sobre el equilibrio entre visibilidad y autenticidad en la era digital. Para Darnell y muchas como ella, la lección es clara: ciertos rituales, como los que forjan identidad y comunidad, merecen vivirse lejos del algoritmo.

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