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La apuesta de RFK Jr. por la terapia con psicodélicos divide al sector emergente

La terapia con psicodélicos ha resurgido como un tema de debate en Estados Unidos, y ahora la controvertida figura de Robert F. Kennedy Jr. ha añadido un giro inesperado. Mientras el candidato presidencial independiente promueve el uso de sustancias como el LSD o la MDMA para tratar trastornos mentales, especialistas y legisladores se preguntan si su influencia ayudará a legitimar este campo emergente o si, por el contrario, podría perjudicarlo debido a su imagen polarizante.

Kennedy, conocido por sus posturas heterodoxas en temas de salud y ciencia, ha defendido abiertamente la despenalización de estas sustancias, argumentando que podrían ser clave para combatir la crisis de salud mental en el país. Sin embargo, su historial de escepticismo hacia las vacunas y su tendencia a difundir teorías marginales han generado desconfianza incluso entre algunos partidarios de la investigación psicodélica.

El ámbito médico, por su parte, avanza con cautela. Estudios recientes respaldados por instituciones reconocidas sugieren que, bajo supervisión clínica, compuestos como la psilocibina –presente en ciertos hongos– o el éxtasis podrían beneficiar a pacientes con depresión resistente o estrés postraumático. No obstante, la sombra del estigma y los riesgos asociados al uso recreativo siguen siendo obstáculos significativos.

Mientras algunos defensores creen que la visibilidad de Kennedy podría acelerar la discusión política, otros temen que su participación aleje a sectores más conservadores o dificulte la aprobación de marcos reguladores serios. El desafío, según analistas, es separar el potencial terapéutico real de estas sustancias de las controversias que rodean a figuras como RFK Jr.

En España y Latinoamérica, donde el debate sobre los psicodélicos aún es incipiente, este escenario plantea interrogantes. Aunque países como Brasil y México han explorado su uso en contextos tradicionales, la falta de regulación clara y los prejuicios culturales limitan su integración en los sistemas de salud. En Europa, sin embargo, naciones como Suiza ya han dado pasos para incorporar terapias controladas, un modelo que podría servir de referencia.

El camino hacia la aceptación médica de los psicodélicos parece inevitable, pero está plagado de tensiones políticas y sociales. La pregunta ahora es si figuras como Kennedy serán vistas como pioneros o como un lastre para un campo que busca, ante todo, credibilidad científica.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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