La fascinación de Dior por Japón, un legado que florece en Kioto
Desde los años 50, con Christian Dior a la cabeza, la casa francesa ha mantenido un diálogo ininterrumpido con la estética y la cultura japonesa. Ahora, esta relación se manifiesta en una nueva fase con la colección Pre-Fall 2025, presentada en un enclave emblemático: el jardín Tō-ji de Kioto. Esta elección no es casual; el jardín, hogar de uno de los templos más antiguos de la ciudad y de la pagoda de madera más alta de Japón, provee un marco histórico y estético de profunda resonancia para la visión de la actual directora creativa, Maria Grazia Chiuri.
La colección, presentada en una noche primaveral bajo la caída de los pétalos de sakura, evoca una delicada suavidad en sus siluetas femeninas. Chiuri parece conjugar la gracia estudiada de las geishas con la fortaleza silenciosa de las guerreras samurái, modelando una narrativa visual que explora la complejidad de la identidad femenina. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada con las composiciones orgánicas de Ryuichi Sakamoto y los sonidos etéreos de Ichiko Aoba —alejándose deliberadamente de la música electrónica—, refuerza la atmósfera de serenidad y contemplación que impregna el espectáculo.

El uso del color, o mejor dicho, la ausencia de excesos cromáticos, define una paleta sobria y práctica. Chiuri opta por tonalidades sutiles, acorde con un estilo de vida activo y las tendencias actuales en códigos de vestimenta. Las siluetas, distintivamente Chiuri, se caracterizan por un equilibrio entre lo deportivo, lo femenino y un aire vintage sutilmente perceptible. Chaquetas bomber ligeras con cuellos plegados, chaquetas de pintor de denim teñidas con paisajes primaverales del período Edo, vaqueros de pernera ancha con pliegues asimétricos que recuerdan al origami, y vestidos de inspiración kimono con opciones transparentes se entrelazan en un conjunto cohesionado y funcional.
La colección no se limita a la reinterpretación de la forma, sino que también explora las texturas y los materiales. Los looks se completan con botines tabi de dedos abiertos, bailarinas con aires ninja, sandalias geta con cordones o chanclas de paja, creando un contraste entre la delicadeza de las prendas y una actitud pragmática y audaz. La superposición de abrigos generosos y la presencia de denim más grueso sugieren respeto y estatus, elementos sutilmente integrados en la narrativa visual. Por otro lado, los vestidos de seda transparentes que se alargan hasta el suelo sirven de lienzo para intrincados bordados, una oda a la estética japonesa del mono no aware —la conciencia agridulce de la impermanencia—.
Un aspecto fundamental de esta colección es la colaboración con talleres y empresas textiles locales. Dior ha reestablecido lazos con Tatsumura Textile, que creó la primera chaqueta japonesa de brocado para Dior en 1953, reviviendo técnicas tradicionales y adaptándolas a siluetas contemporáneas. Asimismo, la colaboración con Kihachi Tabata, un taller legendario especializado en la técnica de teñido Yuzen, y Yoshiyuki Fukuda, un maestro bordador con casi un siglo de experiencia, permite a Chiuri incorporar la riqueza del patrimonio artesanal japonés en sus diseños.
Para Chiuri, esta colaboración trasciende la simple utilización de técnicas tradicionales; representa un diálogo entre diferentes casas de alta costura, un intercambio de conocimientos y una celebración de la artesanía. “A veces en Europa, la idea de la moda se centra más en la marca que en el oficio, pero el oficio es crucial para Dior; es un aspecto muy importante de la marca”, afirma la diseñadora. Esta perspectiva subraya la importancia de la conexión entre la moda y las comunidades artesanales, un vínculo que permite que la creatividad florezca y se preserve el legado cultural.
La propuesta de Dior Pre-Fall 2025 profundiza en la relación histórica de la casa con Japón, un legado continuado por figuras como Marc Bohan y John Galliano. Bohan presentó sus siluetas Mod en tres ciudades japonesas en 1964, mientras que Galliano recurrió a elementos icónicos de la cultura japonesa, como el origami, la porcelana y las estampas de olas de Hokusai, para crear interpretaciones audaces y exuberantes de la belleza japonesa. Chiuri, por su parte, opta por una aproximación más matizada y reflexiva, explorando la historia y la identidad a través de la lente del kimono, una prenda que ha fascinado a diseñadores occidentales durante décadas.
La decisión de Chiuri de reinterpretar el kimono no es meramente estilística; es un intento de honrar su forma y su significado cultural, adaptándolo a las necesidades y los gustos de la mujer contemporánea. Al combinar esta prenda tradicional con elementos modernos, como camisas blancas de corte impecable y puños dramáticamente plegados, la diseñadora crea un nuevo lenguaje visual que celebra la diversidad y la innovación. En esencia, la colección Pre-Fall 2025 de Dior en Kioto es un testimonio de la perdurable fascinación de la casa por Japón, una reverencia a su rica historia, su exquisita artesanía y su inagotable inspiración.

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